El fútbol no es ingrato con sus mejores exponentes, los directivos sí. Hay gente que por azares del destino, por decirlo de alguna forma, llegan a ser dueños de algún equipo de fútbol. A veces de forma temporal, otras, cuando el club es parte de la cultura popular, lo hacen patrimonio familiar; pero son pocos los propietarios que llegan a comprender que ni ellos, ni sus hijos, ni sus nietos, son el equipo. Son pocos quienes entienden que la tradición la hacen los jugadores, aquellos que han pasado su vida entera pateando el balón para un solo color.
El Club Social y Deportivo Municipal, los rojos, para más señas, era de la municipalidad de Guatemala, un bien público. En esas transiciones de administración algo sucedió y el club pasó a ser propiedad privada.
“El mimado de la afición”, así le dicen, ha visto pasar por sus filas a gran cantidad de jugadores, varios de ellos son íconos del deporte nacional; pero todos se han ido, en el actual equipo ya nadie queda de esos emblemáticos jugadores, el último era Gonzalo Romero (Guatemala 1975).
“Chalito” Romero hizo casi toda su carrera en Municipal, debutó en 1993 y fue dado de baja en 2012, aunque de 1998 a 2000 jugó con Aurora y Cobán Imperial, dos años fuera, los demás vistió de rojo, en los que se convirtió en uno de los mejores mediocampistas, sino el mejor, que haya nacido en este país.
El juego pausado, el pase al vacío, la visión periférica, la pegada milimétrica, el estilo, la elegancia, la calma, la caballerosidad, y algunos adjetivos más, son aplicables para describir al gran “Chalo”. En un fútbol acostumbrado al pelotazo, el número 8 ha sido de los pocos que patean distinto.
Su fuerte no fue meter goles, para eso estaba el “Pin” Plata, pero los ha marcado, y de gran calidad, de ahí su característica celebración, con los brazos abiertos, como imitando las alas de un avión.
La noticia de su salida de “los rojos” es triste y convoca a la nostalgia, a la de aquel gran equipo que llegó a ganar un pentacampeonato.
Se va el último de la generación más brillante que vistiera de rojo. Su salida fue anunciada sin redobles, sin mariachis que interpretaran “Las golondrinas”. La directiva le dijo adiós a uno de los mayores íconos del más grande equipo del fútbol guatemalteco, y lo hizo sin los honores que se merece.
No más “Chalito” Romero, se queda huérfano el aficionado rojo, quién sabe cuántos años pasarán para que se pueda ver otra generación como la del “penta”.
Publicado por: Fernando Ramos @FernandoRamosB
Fuente: http://2fernandoramos.blogspot.com/2012/05/el-adios-de-chalito-romero.html